29/10/09

La despedida

Segundas impresiones

Pues resulta que ya tengo dos meses del otro lado del charco, en “el país de la igualdad” donde como en México todos son iguales pero unos más iguales que otros. Fuera de los tintes de racismo que hay en el trato diario con los extranjeros, he tenido varias experiencias no muy agradables. Sobre dos de las cuales quiero ahondar un poco.

A menos de una semana de mi llegada a Francia estaba yo, con mi bicicleta (recién comprada, nuevecita de la tienda), visitando el centro de Burdeos. Como siempre he sido una persona sumamente desorientada lo primero que hice al llegar fue conseguirme una buena dotación de mapas para traer uno siempre conmigo. Habrán sido las 4 de la tarde cuando disfrutaba yo de un magnifico día soleado, con clima templado mientras turisteaba por la ciudad. Al llegar a una intersección y detenerme en una luz roja, me di cuenta que no tenía ni la más remota idea de donde estaba. Como aun eran vacaciones de verano para los bordogueses la ciudad estaba prácticamente desierta así que ni a quien preguntarle. Afortunadamente traía, en la bolsa del pantalón, un mapa. Para no estorbar al tráfico di la vuelta a la esquina, me subí a la banqueta y me detuve para sacar mi mapa. Como un minuto después se acerca una patrulla de la policía municipal a toda velocidad con sirena prendida y todo y se detiene junto a mí. Se bajan, no uno, no dos, sino CINCO policías a detenerme como si viniera yo de asaltar un banco. Me rodean y todos al mismo tiempo y con una manera de ser sumamente agresiva empiezan a interrogarme. Si de por si es difícil entender cuando hablan todos al mismo tiempo y rápido aun mas cuando vienes conectado a tu iPod. Me saque los audífonos de los oídos para seguir sin entender un carajo. Finalmente entendí que querían saber quién era yo, de donde soy, que hago en Francia… Les explique que estaba yo estudiando. Pero como, dada mi corta edad y el hecho de que no hablo bien francés, no cumplo con el perfil del estudiante “normal” prácticamente me acusaron de ser inmigrante ilegal y de haberme robado mi bicicleta y mi iPod. ¿Cómo era posible que anduviera yo en la calle de una ciudad a la que acabo de llegar y me hubiera detenido para consultar mi mapa? ¿Cómo, si acababa de llegar hacia menos de una semana tenía yo una bicicleta? Que donde estaba mi permiso de larga estancia en Francia (el cual se tardan entre 2 y 3 meses en entregarte una vez que llegas). Siendo desconfiado como buen mexicano no llevo mi pasaporte y mi visa a todos lados, solo una fotocopia y eso obviamente no es válido y además como la imagen que ellos tienen de un mexicano no es exactamente como yo (se me olvido mi zarape, mi sombrero, mi burro, mi botella de tequila y no estaba parado junto a un nopal) no me creían que era yo mexicano. Me hicieron hasta decirles como se llama la tienda donde compre mi bicicleta, donde esta, cuanto me costo y casi casi como se llamaba la cajera que me atendió. Después de unos 45 minutos de interrogatorio sobre en qué universidad estoy inscrito, donde vivo (con dirección completa y todo),… finalmente me dijeron que me detuvieron porque para subirme a la banqueta di la vuelta en la esquina cuando el semáforo seguía en rojo. Cosa peligrosísima en una calle donde ellos eran el automóvil más cercano y se tardaron un minuto, a toda velocidad, en alcanzarme mientras estaba yo parado en la esquina buscándome en un mapa. Finalmente me dejaron ir no sin antes darme una multa por 90 EUROS por infringir el reglamento de tránsito. Eso sí, la multa más cara posible y con todos los agravantes que pudieron encontrar. Así que ya saben, a Burdeos, la capital del ciclismo, que le da la bienvenida al turista no le gusta los extranjeros.

El segundo incidente que me toco vivir, afortunadamente de espectador en esta ocasión, sucedió no al mucho tiempo. Otra vez estaba yo paseando por el centro de Burdeos en bicicleta (sin pasarme los altos). Me detuve para fumarme un cigarrito. Agarre un buen lugar en una plaza pública con una banquita y solecito. Estaba yo a la mitad de mi cigarro cuando se empiezan a oír ruidos y todos empiezan a voltear a ver lo que pasaba atrás de mí. Resulta que se estaban peleando tres personas, dos franceses hasta la madre de borrachos contra un árabe. Eso de que se estaban peleando es un decir, más bien dos franceses estaban golpeando a un árabe. Cuando yo voltee ya le habían roto la camisa y entre los dos le estaban dando uno que otro golpe. Rauda y velozmente se acerca una patrulla, que ni idea de donde salen esos cabrones, y lo primero que hacen es separar al árabe de los franceses, aventarlo contra un choche estacionado (al árabe) y esposarlo; sin siquiera preguntar qué estaba pasando. Los dos franceses, visiblemente ebrios, no conformes con esto ni se movieron y continuaron gritándole de cosas al árabe y burlándose de el porqué lo había detenido la policía. El policía que tenia esposado al árabe iniciaba su interrogatorio, aparentemente de rutina, mientras otro les pedía, de la manera más amable (y no es ironía ni sarcasmo) a los franceses que se abstuvieran de hacer comentarios y se hicieran hacia atrás. Los dos franceses no hacían caso y cada vez le gritaban más cosas y se burlaban más del árabe mientras eran vitoreados por los demás espectadores franceses. Finalmente la cosa termino en que al árabe se lo llevo la policía y los dos franceses ebrios continuaron su zigzagueante camino con una sonrisa en la boca. Yo no puedo saber porque se estaban peleando, ni quien había iniciado el incidente o porque. Si fue el árabe quien les hizo o trató de hacerles algo a los franceses y ellos respondieron o si solo vio feo a los franceses o si los franceses le pidieron un cigarro y el no se los quiso dar y eso los enojo (cosa que me han contado sucede relativamente frecuentemente aquí) o que chingados. Lo que si me consta es que la policía sabía lo mismo que yo cuando llegó. Uno pensaría que si hay dos personas golpeando a una tercera y llegan los policías estos van a detener a los que están golpeando y no a quien están golpeando y ya después averiguaran de que se trata y que hacen. Pues NO aquí el color de la piel si importa. Durante mi estancia a quienes he visto comportarse de la manera más racista es a la policía. Así que aquí, en Francia, si tienen la desgracia de tener algún problema y no son franceses o de perdida europeos (y del este) no busquen la ayuda de los servicios de seguridad públicos porque lo más probable es que terminen peor de lo que estaban.

Primeras impresiones

Llegar a un país extraño con costumbres diferentes es más difícil de lo que uno se pudiera imaginar. El problema empieza cuando la cultura, el idioma, las tradiciones y demás; de ellos, no son diferentes, el diferente es uno. Empezando por la barrera del idioma. Aunque el francés y el español tienen orígenes muy similares cuando más de una persona habla al mismo tiempo, el francés deja de ser un idioma para transformarse en sonidos raros sin significado alguno.

Yo no es la primera vez que estoy por estos rumbos, realmente es la cuarta vez que vengo a este país y ya una vez estuve aquí por tres meses. Aquella vez estudie el idioma y ahora sigo con clases, el entender lo que la gente dice no es lo más difícil, el problema es el hablar. Hasta el momento yo sigo siendo “el hombre del presente”, ya que es el único tiempo en el que se conjugar los verbos.

Otra cosa que me está haciendo más difícil escribir sobre mis experiencias aquí es que los teclados tienen acomodadas, de forma diferente, las letras y símbolos; por lo que ahora ya no puedo escribir ni en sus teclados, ni en el mío porque mezclo los dos al escribir.

Tener la barrera del idioma es algo que puede hacer las cosas tan difíciles… Te sientes agredido por todo lo que te rodea, como un estúpido cuando no puedes expresar lo que quieres decir y además la gente se acostumbra a que no puedes platicar así que poco a poco te platican menos y menos hasta que solo se comunican contigo para decirte lo mínimo indispensable para el trabajo. Aunque estés en un lugar donde todos están platicando ni siquiera piensan que tú tienes algo que decir. El problema es que aunque puedas comunicarte, poder mantener una conversación es sumamente complejo y tardado. En mi caso termino desesperado y prefiero olvidar el asunto y “mandarlos por culo” (dicen los españoles que por aquí pululan). Cosa que probablemente no debería hacer. El carácter de los franceses definitivamente no ayuda mucho, pero ni modo, el que decidió venirse para acá fui yo.

Fuera del idioma lo que más trabajo me ha costado es la diferencia del estilo de mi vida anterior y la actual. Antes tenía mi familia, mis amigos, mis compañeros, mi trabajo. Aquí estoy estudiando (que es más parecido a trabajo que a estudios los que hago, la diferencia es que no me pagan) por lo que vivo de mis ahorros, y el problema de no tener ingresos y vivir de tus ahorros es que si por algún motivo se llegan a terminar antes de que cumpla mi año aquí pues me moriré de hambre. El salir a dar una vuelta y que se te antoje un café o un postre o que veas algo que te gusta o simplemente que te de hambre y que sepas que no tienes dinero para comprar absolutamente nada es muy frustrante y depresivo, sin tomar en cuenta que obviamente también es un obstáculo para poder tener cualquier tipo de relación social con las personas que conoces porque cuando los del trabajo salen todos a cenar tú no tienes dinero para salir a cenar, ni para ir a tomar un café, ni una cerveza, ni nada. Yo nunca había experimentado una situación y sensación así. Si había tenido compañeros en la escuela que no salían a hacer la fiesta por no tener dinero, pero nunca me imaginé que fuera una sensación de impotencia y de frustración tan grande.

Así que después de estar un mes en Francia este es el resumen de mis experiencias y de lo que he aprendido:

1. En Francia se habla francés (y no es tan fácil).

2. El no poderte comunicar es un gran impedimento para socializar.

3. En Euros todo es muchísimo más caro.

4. No tener dinero esta de la rechingada.

5. La soledad se siente más fuerte cuando estas realmente solo.